jueves, 11 de julio de 2013

¡Esta mañana amaneció lloviendo! No mucho; en honor a la verdad habrán sido veinte gotas, pero se nubló, desapareció el sol tirano que nos sodomizaba, bajó la temperatura unos ocho grados, y hay un viento milagroso. Desayuné unas galletas de maíz y mate mirando estupefacta por la ventana el hecho de que no hubiera sol y también que se voló la maceta con el árbol de eucalipto: no está tampoco en la calle. Pienso que no quiero tener más estrangulado un árbol en una maceta de mierda ni lamentar su suicido o muerte o desaparición o lo que sea que le haya pasado. La estevia también se está muriendo, y no es por falta de riego. Y la planta de Tu Hermana que está en nuestra habitación pierde hojas, muchísimas hojas; la tocás y se le caen diez, no entiendo qué le pasa. Las hojas que se caen son verdes, no veo signos de que se esté secando. Y la que tengo aquí a mi espalda me tiene los huevos llenos: me encantaría sacarla a la calle y que alguien se la llevara. No es fobia a las plantas, no. Es que salvo los cactus, sospecho que aquí las plantas sufren, y creo que puedo sentir su sufrimiento.
Estuve peleándome con la aguja de ganchillo, descarté hacer patucos, ahora intento un gorro. Tejer tiene un efecto relajante e introspectivo. Me puse a hacer un poco de autocrítica entre punto abierto y punto cerrado, a saber: soy muy pegajosa, y eso podría aburrirte en algún momento. Tengo que tener más vida propia, y hacer que me extrañes al menos un rato cada día. No tengo que seguir quejándome del perro; con poner cara de hastío supongo que alcanza. Nos quedan aún unos diez años de perro, así que más vale que aprenda a convivir con ello de una puta vez. También tengo que dejar de mariconear con la comida: si nos ponemos serias, debo ser seria de verdad, y no lloriquear porque no me apetece comer esto o aquello. Debo ser más tolerante con tus loops mentales, escucharte, aceptar y entender que estás en un loop y que no te das cuenta; y ayudarte a salir; no debo gritarte que sos una pesada o cosas así, porque esto te hiere, y a mí luego me genera una culpa horrenda; ninguna de las dos gana nada si yo me pongo desagradable. Tendríamos que salir a pasear al menos un rato cada día, me preocupa mi nula actividad física que te contagia. No quiero contagiarte mis perezas. Me encantaría que fumáramos menos, que instaurásemos algún tipo de control con el tabaco y también con el alcohol.
Estoy muy feliz de que ya vuelvas. Espero que los aviones funcionen bien y no haya retrasos. Que tu vuelo sea sereno, que logres dormir un poco. Mirá la noticia que dieron hoy.
Yo tampoco quiero vivir ni un solo día sin vos.

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